No es por conveniencia personal, aunque nos haga bien.
No es por comodidad, aunque es un grito desde adentro
que sería más incómodo callar.
No es por ser "distintos", ya que quisiéramos ser muchísimos
más. Que lo distinto, lo raro, fuera lo otro: Lo indiferente,
lo que odia, lo violento.
No es que queramos ser mártires, tampoco "figurar", ya que un
ejemplo mucho más efectivo hoy, mucho más difundido,
son aquellos que se pasean por la vida con anteojeras,
sin mirar alrededor. Engordando sus cuentas
y adelgazando sus almas.
No es por nada de eso, ni por tantas otras cosas parecidas.
Es porque queremos que lo que sentimos, lo que pensamos,
y lo que hacemos, no vayan por carriles separados,
sino que fluyan juntos, suavemente.
Es porque amamos profundamente la vida y la libertad.
Es porque, en definitiva, no podríamos ser de otro modo.
Juan José Cappelli
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